“Finalizando ya el proceso en el que una vez por semana me reunía con mi terapeuta a contarle mis cosas, me di cuenta que sin querer me conocía más, me valoraba y que sobre todo aprendí a quererme y a cuidarme como quería hacer con los demás y no lograba. Otra de las cosas que he aprendido, es a estar presente en cada momento, que si era yo misma, conectaba más con la gente que tenía al lado. También aprendí a dejar de estar agobiada por todo y no hacer nada para resolverlo. Que todo está en nuestras manos y que somos hacedores de nuestro propio destino y que si queremos que nos pasen cosas, tenemos que salir a buscarlas. Confieso que en el primer tiempo, cada vez que iba, lloraba y no tenía ni idea por qué. No era sincera ni conmigo ni con ella, no tenía claro que es lo que me pasaba, le echaba la culpa a todo el mundo y no me hacía cargo de mis propias decisiones que iba tomando poco a poco sin darme cuenta y que realmente no me gustaban. Hay que tener paciencia. Los resultados siempre aparecen. El tiempo de terapia fue para mi la mejor inversión que he hecho hasta ahora. Rosa ha sabido llegar hasta mi YO verdadero, ha calado muy hondo y ha hecho de mi una persona adulta y consciente de lo que realmente valgo y de todo lo que puedo hacer. Y una de las cosas que le voy a agradecer toda mi vida es que me ha ayudado a sanear la relación que tenía con mi madre y los últimos años de su vida la he podido disfrutar más que nunca!! Estaré siempre agradecida a la vida por haberme cruzado con una terapeuta tan profesional y humana como Rosa.”

Flor

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