“Creo que desde que tengo uso de razón siempre he estado involucrada directa o indirectamente en algún tipo de terapia o apoyo terapéutico. Empecé cuando tenía problemas de adaptación en el colegio al que le siguió un trastorno alimenticio, alimentado de terapias de grupo, para más tarde acabar en un programa para drogodependientes. Cuando creí que el cupo ya estaba cubierto me planteé mi vida como mujer adulta, yo y mis circunstancias, y de manera voluntaria inicié otra terapia, esta vez teniendo un claro objetivo: dejar de atormentarme tanto por todo y por todos. Entonces fue cuando contacté con Rosa Gutiérrez. Y , ¿qué es lo que ocurrió?, que sin darme cuenta sentí que esa sensación de angustia permanente había desaparecido, no todos mis conflictos personales ni mi continua lucha con el mundo pero sí esa sensación de estar perdida en medio del caos, de andar en mil direcciones sin saber qué camino tomar.
Para mí, poder contar con alguien con el que hablar de todo lo que me ocurría durante la semana, que me escuchara y que le diera otra vuelta más de tuerca para enfocar las cosas de una manera diferente a cómo yo lo estaba viendo ha sido muy enriquecedor y tranquilizador en aquel tiempo. Como decía, los problemas no desaparecieron del todo, algunos evolucionaron hacia algo bueno a veces por decisiones que había tomado tras una sesión con mi terapeuta o tras el camino de vuelta a casa, otros se quedaron como estaban, así, de esa manera en la que prefieres dejar pasar el tiempo sin más, y sorprendentemente, algunas cosas que creí no entender en aquel momento han acabado teniendo un significado y respuesta con el paso del tiempo.
Bajo mi punto de vista, una terapia es una manera más de tratar de cargar con nuestra mochila personal, una ayuda estupenda para poder tener una opinión objetiva de las cosas que nos preocupan o nos hacen felices, y una herramienta infalible para conocer un poco más de nosotros mismos”.